CACHORROS ORO DEL OLIMPO “LOS OLIMPITOS”
Cada uno de nuestros pequeños tiene algo de nosotros, intentamos que desde que vienen al mundo todo sea confortable y agradable para ellos, desde la cunita donde la mamá cuidará de sus pequeños hasta los juguetes, colores etc que estimularán su desarrollo. Porque un Olimpito no es solo un cachorro, es mucho más.
El milagro de la vida, ver un ser tan frágil despertando a la vida es uno de los acontecimientos más sublimes y maravillosos de la naturaleza Tenemos el placer de disfrutar de este momento gracias a nuestras chicas, por eso desde el instante en que comienza la gestación, nuestra atención se centra en la mamá, que no pase frío o calor, que tenga todas sus necesidades cubiertas y que se sienta arropada y querida, para que ese amor se transmita a sus pequeños desde el mismo momento de su nacimiento.
Cuando comienzan las primeras molestias de cara al parto, empiezan también nuestros desvelos, las mamis se sienten protegidas a nuestro lado, por ello colocamos un amplio cajón confortable en el salón de casa donde podrá tener sus pequeños con la mayor tranquilidad posible.
Y llega el día del nacimiento, cada parto es diferente por ello no nos separamos de la madre bajo ningún concepto, somos testigos de cada nuevo miembro que llega al mundo, ayudamos a la mamá, lo limpiamos, nos aseguramos de su buen estado y ponemos al nuevo retoño bajo los lengüetacitos y el calor de su mamá. Los primeros días apenas descansamos, nuestro objetivo es que la mamá este fuerte y los peques no se aparten de su mami, si a alguno le cuesta más comenzar a comer, le damos biberón y nos mantenemos alerta.
Después de un par de semanas el cambio en los pequeños es notable, ya comienzan a descubrir el mundo a través de esos ojitos que aún no acaban de abrirse del todo, con su olor a vida, a recién nacido, ellos mismos comienzan a arrastrarse de un lado a otro y nosotras nos volvemos locas buscando cachorros una y otra vez.
Semanas después comienza la alimentación, una papilla que le vamos dando en la boca a cada uno de ellos, suelen aprender muy rápido pero con el tiempo comen solitos, ahí comenzamos a alternar las tomas entre la leche de mamá y la nueva comida.
En pocas semanas comen pienso sin problemas y empiezan a tener su independencia, se hace más latente su carácter y empiezan a explorar su entorno. Tienen especial predilección por una pequeña zona justo a la puerta de su casa donde hay plantas y tierra blandita. En esta etapa se desarrollan mucho y es quizás cuando más disfrutamos de ellos, es muy curioso su interés por todo y su gusto por las excursiones al exterior donde se entretienen con cada detalle que encuentran.
Y así pasan las semanas, nos implicamos al máximo con ellos, no es raro que muchos tengan apelativos cariñosos, que se apunten a algún minipaseo por el recinto de casa y que sean el centro de atención de todas las visitas.
Entendemos que tarde o temprano deben partir a sus nuevos hogares, nos concienciamos sabiendo que tendrán el mejor futuro posible, una extensión de la felicidad que han tenido en casa y que todo el amor será exclusivo para ellos, por esta razón es tan importante para nosotros que las familias que se llevan nuestros peques sean merecedoras de ese amor.
El momento de marcharse es inevitable, recordamos entonces los momentos vividos, siempre con sentimientos encontrados de tristeza por lo que termina y felicidad por lo que comienza para él. Ver la cara de felicidad de las familias en el momento de la recogida, no tiene precio.
Así es la vida de un olimpito hasta el día de su marcha, cada uno de ellos tendrá siempre aquí su casa y un trocito de nuestro corazón.
Cada olimpito se lleva una parte de nosotras, de esos momentos dedicados a cada uno de ellos, instantes únicos e irrepetibles que se quedarán en nosotras, eternamente.