«Seremos» para siempre

 

Hace casi dos décadas decidí dedicar mi energía y entregar lo mejor de mí a mi pasión, a lo que más amo: Los Golden Retriever, y por supuesto, hacerlo de la mejor manera posible.

La parte más bonita y a la vez la más dura es el momento en el que los peques se marchan para vivir con sus familias.
 
Cuando llega ese día, en mi cabeza revivo todos los momentos desde su nacimiento, esas noches sin dormir pendiente de ellos, sus primeros pasos, su torpeza al empezar a comer, su sorpresa al abrir los ojos, las sesiones interminables de mimos y de juegos en casa…
 
Soy consciente de que van a tener una vida maravillosa y de que elegimos las mejores familias para cada uno de ellos, pero aún así no puedo evitar ese pellizco en mi pecho al empatizar con los peques y darme cuenta de que para ellos su mundo se reduce a nosotros, nuestra casa, nuestra voz, nuestros cuidados y que a partir de ese momento todo será nuevo y requerirá aprendizaje y adaptación. Algo que llegará con mucho amor.
 
Solo puedo expresar mi enorme agradecimiento a las familias portadoras de esa confianza y cariño que les espera y que son la razón de que mi sueño sea mi realidad.
 

Gracias familia Cantallops por esta bonita foto en el momento de despedir a Pipo.